16 de diciembre de 2009

EXPERIENCIA DE UN CAMINAR...

El fuerte impulso de la RUAH que vamos experimentando, sensibilizadas por su acción constante en nuestras vidas, nos va mostrando caminos nuevos, inéditos para algunas de nosotras… Vamos constatando que, muchos y muchas se han embarcado y continúan embarcándose en esta fascinante aventura, a los cuales nos vamos sumando en esta caminata.

En esta era globalizada, mundializada, vamos haciendo experiencia una conciencia planetaria, interrelacional, comunitaria, sororal y fraterna, en búsqueda de un mundo nuevo, de una humanidad nueva.

Vamos descubriendo cada vez más que comprometernos con la CAUSA DE DIOS, con el proyecto de Dios, que nos va conduciendo a una humanización y plenitud de vida de todo lo que amorosamente ha creado, es comprometernos con la CAUSA DE JESÚS, LA CAUSA DEL REINO. La gran utopía y sueño de Dios es: que se haga realidad EL AMOR, LA JUSTICIA, LA LIBERTAD, LA VIDA para todos y todas, en comunión con todas las criaturas, con todo el universo. Ese es también nuestro sueño, nuestra utopía.

Hoy nos encontramos en un tiempo crucial (axial), de grandes transformaciones y cambios. Esto nos llama a vivirlo de una manera consciente y responsable, somos parte de este proceso de cambio. La RUAH nos invita y nos impulsa a vivirlo con esperanza y alegría: “ALGO NUEVO ESTÁ NACIENDO”… algo está germinando, hay nuevos brotes de vida… ¿no los vemos?...

El camino que hemos estado haciendo durante dos años, acompañadas por las reflexiones, búsquedas y certezas que hemos encontrado a través del curso sobre TEOLOGÍA DEL PLURALISMO RELIGIOSO que KOINONIA nos ha brindado a través de su sitio WEB, nos ha ayudado a una apertura de mente y corazón. Nos ha provocado a hacer una revisión de nuestras creencias, de la teología que durante muchos años nos acompañó, nos ha enseñado a des-construir y construir, nos ha liberado de muchas trabas y cerrazones, nos ha ayudado a emprender un camino de libertad. Hemos descubierto gozosamente que la RUAH está presente y actuante en todas las religiones y culturas de todos los pueblos de la tierra. Ha estado presente y actuante en todas las épocas, ha acompañado y sigue acompañando a toda la humanidad a través de su historia, conocida y desconocida. Y no sólo a la humanidad sino también al Cosmos del cual somos parte, conduciéndolo hacia una transformación y plenitud.

Hemos experimentado, a través del proceso que hemos hecho juntas, el acompañamiento de un Dios cariñoso y misericordioso, personal y cercano; hemos constatado que nuestra fe se ha profundizado y madurado.
A través de este caminar hemos tratado de reconocer y respetar nuestros propios procesos personales. Hemos descubierto la diferencia entre “espiritualidad” y “religión”, entre “teología de las religiones” y “teología del pluralismo religioso”, sin absolutizar lo que vamos reconociendo como “mediaciones”. Nos ha ayudado a revisar nuestra imagen de Dios, los conceptos de revelación, elección, etc.
Ha sido una experiencia liberadora: a través de un caminar entre oscuridades y sombras, de dudas y cegueras, de miedos y rebeldías, de resistencias… pero también de esperanza, de alegría y entusiasmo, al experimentar el impulso de la RUAH que nos iba transformando y el apoyo mutuo que nos brindábamos.
Ha sido una invitación al intradiálogo y al interdiálogo, a la apertura al otro/otra, centrado en el amor a los demás, especialmente a los más pobres y excluidos.
Por último, este caminar juntas nos ha provocado desafíos, motivándonos a nuevas búsquedas y a continuar la caminata…

Desde esta experiencia sólo brota un canto de alabanza al Dios de Vida, a la RUAH que se ha hecho cercano/a, compañero/a, amigo/a.

Queremos concluir con el Poema de un indio, Karsandas Manek:
Citado por Carlos G. Vallés en “Dejar a Dios ser Dios”, ed. Sal Terrae, 1997

«Sacerdote del templo de Dios... quienquiera que seas,
abre las ventanas de tu templo
para que entren los vientos de la gracia,
para que corran las brisas del espíritu,
para que venga Dios.
Pon sobre el altar de tu templo la imagen que prefieras,
recita tus oraciones favoritas,
sigue tu ritual tradicional;
pero deja abiertas las ventanas de tu alma
para que venga Dios».